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Foto del escritorHugo Marroquin

Stromae y TF1 rompen un paradigma

Las actividades de promoción de celebridades son comunes en los programas de televisión. Vemos pasar cotidianamente actrices, actores, directores, músicos, promotores culturales, productores, etc. Todos ellos aprovechando los valiosos momentos que significan las audiencias de televisión.

El esquema es conocido por todos: el o la anchor del programa realizan una entrevista cómoda y simple para conocer el producto. Por ejemplo en los late night shows, las celebridades brindan alguna anécdota particular, tenga que ver o no con el tema del producto pero que les engancha con la audiencia (en este rubro Salma Hayek es una genio). Como todo en televisión, nada es casualidad, todo está previsto y en el guion.


Tras siete años de ausencia, el cantante belga Stromae —para muchos el más grande de ese pequeño país después de Jacques Brel— continúa su campaña de promoción para su nuevo álbum que saldrá en marzo 2022 del cual el año pasado presentó su primer single y ya acumula millones de descargas en plataformas de audio. Entonces ¿cuál sería el siguiente paso para lograr un efecto mediático del tamaño de semejante artista? Asistir a un programa de televisión de gran audiencia para ser entrevistado y cantar el nuevo single promocional.


Pero el equipo de Stromae y la producción del noticiero estelar de TF1, el de mayor audiencia en Francia en fin de semana, decidieron correr riesgos. Lograron armonizar la necesidad del cantante de cantar con la estructura rígida de un noticiero de gran audiencia y romper así un paradigma de una manera tan novedosa que un polémico debate se ha levantado entre diferentes voces. Sí, para muchos se trata de un momento épico en la era del infotainment, para otros, lo opuesto.


¿Qué sucedió? Anne-Claire Coudray, anchor de fin de semana del noticiero, recibe y comienza la entrevista al artista en un esquema típico de preguntas que le permiten hablar de qué va su siguiente álbum o cuál es la inspiración para su nueva propuesta musical. Después comienza a centrar el tema en la parte emocional, como la soledad que ha explorado anteriormente en su obra y ello deriva en la pregunta si la música le ayudado a liberarse de esos sentimientos. La cámara hace un close-up en Stromae. Dos segundos de silencio, toma aire. Un arreglo musical discreto comienza. Stromae continua mirando a la cámara y comienza a cantar L'Enfer. Le sigue un plano secuencia que recorre suavemente de derecha a izquierda con el cantante siempre mirando fijamente. Su expresión cambia. La iluminación plana y brillante propia del formato comienza a oscurecerse, a dar matices y profundidad al rostro del cantante belga mientras ese estilo de cantar, tan cercano al lenguaje hablado, y la mirada puesta en la cámara hace parecer que por primera vez, en vivo, se confiesa sobre sus pensamientos de suicidio que podrían conmover incluso al indiferente.


La potencia de la letra, las capacidad histriónica característica de Stromae, la transformación de un formato rígido, la conversión de un diálogo entre dos en una confesión con las millones de personas mirando, y la mirada afable de Anne-Claire Coudray para agradecer la visita.


Asistimos a un momento memorable de la televisión.


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