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Wajdi Mouawad, Nawal e Incendies: la verdad que una madre no pudo decir

  • Foto del escritor: Hugo Marroquin
    Hugo Marroquin
  • 1 jul
  • 2 Min. de lectura

¿Cómo explicar a un hijo que fue concebido sin amor? ¿Cómo pedirle que encuentre belleza en medio del horror más absoluto? ¿Puede un hijo —o una hija— perdonar a su madre la verdad de su concepción?


A nosotros, los latinoamericanos, nos cuesta aceptar a nuestras madres como mujeres. Con pasado. Con secretos. Con deseos, con heridas, con historias propias. Las imaginamos inmaculadas o abnegadas, pero no las comprendemos en su totalidad: sexualizadas, enamoradas, rotas, emocionales, triviales, poetisas, curanderas o simplemente ausentes. Aceptarlas en su complejidad nos enfrenta con nuestra propia fragilidad. Y desde esa prolongación que somos los hijos, todo se vuelve, al menos para mí, ininteligible.


Así me sentí al mirar la vida de Nawal, una mujer libanesa exiliada en Montreal. En su testamento encomienda a sus hijos mellizos una odisea que no solo busca cumplir una promesa, sino restaurar el sentido de su existencia: colocar una lápida y un nombre en su tumba.


Nawal los obliga a investigar sus raíces, a enfrentarse con la historia que les precede, a descubrir un horror que ella nunca pudo —o quiso— narrar. Los mellizos deben entregar dos cartas: una al padre que creían muerto y otra a un hermano cuya existencia desconocían. La misión los enfrenta a la monstruosidad del pasado, al silencio sepulcral con el que Nawal eligió sobrevivir. Y comprenden, demasiado tarde, que a veces lo único posible ante el trauma es callar.


Nawal fue conocida también como La mujer que cantaba. Su historia nació como una obra de teatro escrita por Wajdi Mouawad y fue llevada al cine por Denis Villeneuve bajo el título Incendies. Yo la conocí en mis años felices trabajando para el Festival de México en el Centro Histórico. Vi tres veces la puesta en escena de Hugo Arrevillaga, con Karina Gidi como protagonista. En cada función, la misma emoción intensa, ineludible. El guion teatral está disponible en español y en su edición original publicada por Actes Sud.


Nawal, como tantas madres reales, carga con la imposibilidad de sanar sus errores, de explicarse, de redimirse. Y nosotros, ¿qué hacemos con ese dolor heredado?


No basta con amar a nuestras madres si no sabemos qué hacer con lo que nos dejaron. Porque a veces, aunque haya amor, el dolor permanece. Y yo creo que hay que contarlo, para poder transformarlo.


Este texto fue publicado originalmente en mi newsletter Fuera del Algoritmo, un espacio donde comparto historias, hallazgos y reflexiones que escapan a las fórmulas del contenido automatizado. Si quieres recibir cada entrega directamente en tu correo, puedes suscribirte en fueradelalgoritmo.substack.com.

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©2024 Hugo Marroquin

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