Ha pasado casi una década desde esos segundos en los que escuché “Hay una oportunidad en Colombia” y en mi mente se configuró lo que después se convirtió en un “me voy”.
Imaginé la vida sin mis amigos, sin mi familia. Aunque no pude haber imaginado el peso desgarrador de su ausencia.
Imaginé el descubrimiento, los nuevos sabores y paisajes. Pero como habría de imaginar la soledad, los días eternos de silencio en una ciudad que no dejaba de llorar.
Cosas así solo las imaginé. La realidad ha sido una secuencia de cachetadas con la mano húmeda pues la imaginación nunca habrá de igualar el dolor verdadero.
Y mientras mi mente divagaba en escenarios para prepararme en una nueva vida, llegó un temor que pronto se convirtió en miedo: la muerte.
Mejor dicho, el aviso de la muerte.
Hace ya casi dos décadas hubo una mañana de febrero en la que apenas levanté el teléfono y escuché “ya”.
Supe inequívocamente que mi padre había muerto.
El aviso de la muerte.
Ha pasado casi una década desde esos instantes que sentí nacer ese miedo.
El tiempo y su probabilidad biológica, tan inevitable, tan certera, tan cruel cuando hay miles de kilómetros en el medio hoy se hace presente.
Hay en mí un desasosiego que por momentos me asfixia, me corta el aire la garganta como aquellos cuchillos de la infancia.
No hay caricias posibles a través de onda invisibles que correr entre nubes, aire y circuitos electrónicos.
No hay consuelo real cuando las palabras se agotan porque el reloj no deja de andar.
Nos hay presencia pronta, ni duradera. No hay la posibilidad de días son horarios, sin el aviso de un avión que pide despegar, sin aquello allá que no sabe lo que acá sucede.
Acá donde habita el corazón. Allá donde el alba y el crepúsculo suceden.
Perdónenme, amigos míos, familia mía.
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Sobre este blog:
El blog de Hugo Marroquín es un espacio ecléctico donde encontrarás las mejores reseñas y recomendaciones de libros, novelas, ensayos, series, películas y videos de YouTube. Además, explora escritos íntimos, originales e inéditos sobre reflexiones personales, viajes e inquietudes de un mexicano expatriado en Colombia. Todo el contenido es creado por Hugo mismo, no por inteligencia artificial.
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