Tiempo de detenerse
- Hugo Marroquin
- hace 2 días
- 2 Min. de lectura
Es mayo, mes de mi cumpleaños. Me acerco irremediablemente a números que me parecían lejanos, vivo en esa edad donde décadas antes imaginaba de otra manera. Y aquí estoy, cada día en un borde de tiempo que me muestra el abismo de mis dudas, incertidumbres y nostalgias.
Y me considero de los afortunados, de esos que tienen tanto por agradecer a la vida. Aún con las temporadas sombrías, las heridas que nunca terminaron de cerrar, el dolor de las verdades que llegaron demasiado tarde, el largo proceso de aprender a perdonar o lo irónico del olvido.
Ya no son pocos mis años. Siento que tampoco son muchos. Pero no sé cuántos faltan, así que tampoco sé si voy a la mitad del camino o estoy más cerca de la muerte de lo que creo. Hace poco un gran amigo, y también algunos años mayor que yo, me dijo “hoy día sé que tengo más pasado que futuro”. Me pareció un poco fatalista cuando lo dijo, sin embargo, la frase quedó resonando en mi mente.
Mis inquietudes se van amoldando a la realidad. Extraño mi tierra, a mi madre, a mi hermana, a mis hermanos, a mis primas, mis tías y tíos, a mis amigos, a esos que están siempre ahí, esos que aún son la columna de mi vida. Los extraño tanto. Ya casi una década lejos de mi tierra azteca y entendí eso de “que digan que estoy dormido, y que me traigan a ti…”. Amar a México es una cosa muy intensa y difícil de explicar.
Es todo esto que, como un remolino me hace despertar antes del amanecer, y con luces tenues me pongo a escribir. Porque me inquieta el mundo, el efecto de los algoritmos que nos encierran en cajas donde todo es tan cómodo, donde un video tras otro de YouTube es lo mismo, ningún algoritmo te da cada tanto algo radicalmente diferente, porque su ciencia dice que no te retendrá, que perderá esos valiosos minutos de tu atención que son su negocio.
Escribo esto, precisamente antes del amanecer. El bebé de la vecina llora. Escucho un par de aviones a lo lejos. Se oye el primer bus del día como un rumor lejano. También los pájaros cantan. La luz se cuela con más intensidad cada minuto. Y no he dejado de escuchar Heima. El tiempo se me ha venido encima, debo levantarme y correr. Hoy es sábado 26 de abril, me espera una jornada de trabajo de al menos 15 horas. Este primer boletín debe salir el 2 de mayo. Así que si estás leyendo, sea hoy 2, 3 o cualquier otro día, que sepas que una mañana de sábado estoy yo aquí con medio cuerpo fuera de la cama, sintiendo un suave frío, con apenas una luz de lectura sobre mi teclado, con el iPad a mi lado izquierdo pues debí conectarlo y entonces tengo que girar la cabeza para leer lo que estoy escribiendo.
Ahora dime, ¿qué pasó en tu mañana del 26 de abril de 2025?
Este texto fue originalmente publicado en el #1 de Fuera del Algoritmo, newsletter en Substack https://fueradelalgoritmo.substack.com/
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