Reseña Emocional de HERE de Richard McGuire
- Hugo Marroquin
- hace 1 día
- 3 Min. de lectura
La única certeza es que todo cambiará. Pero no se trata sólo del tiempo. Se necesita también un lugar: un marco que contenga lo que somos, lo que fuimos, lo que seremos.
Me resulta fácil encuadrar momentos de mi vida, incluso los lugares en los que he vivido. Y solo soy o existo cuando estoy presente.
Porque cuando regreso a algunos de esos lugares, es como entrar en una foto. Mirar lo que ha cambiado para ellos que siguen ahí, en el mismo sitio.
La cuestión es hallar un momento en la vida para lograr una perspectiva desde el tiempo y el espacio.
Aquí (Here) de Richard McGuire es una novela gráfica que me vuela la cabeza cada vez que la abro. Una sala de los años cincuenta es lo único en el cuadro. “¿A qué vine?” pregunta que una mujer realiza al entrar.
La sala se transforma: ahora son los años noventa. Un niño juega. A la siguiente página con los años treinta, hay un gato. La cámara no se mueve ni cuando la casa desaparece y solo queda el campo. Que antes fue bosque. Y aún más atrás hubo dinosaurios.
Aquí nos hace viajar en el tiempo. Sin orden aparente, pero al final seguramente estarás mirando a tu alrededor pensando en todo lo que ese exacto lugar pudo haber sido en tantas épocas.
Mientras en Los Otros de Alejandro Amenábar el mundo de los vivos colisiona con el de los muertos, en Aquí es aquello que se observa a través de ese cuadro, la finitud de la vida, lo efímero de nuestra existencia y la urgencia de transformarnos siempre.
Aunque la mujer hace una pregunta como cuando se busca un objeto trivial, el hecho de ver pasar a tantos otros a lo largo del tiempo nos cuestiona: ¿A qué vine? ¿A quién vine a ser?
Recordamos que somos materia ocupando espacio. Que nuestra historia no es más grande o más pequeña que otras. Que somos. Que nos convertimos. Que vivimos.
La novela gráfica es sensacional. Se despliega como un mapa de capas: tiempo, memoria y un cuestionamiento existencial. Como las fotos que nunca cambiamos. Como los objetos que desechamos. Como la gente que un día fue importante pero veinte años después ni recordamos sus nombres.
Recién vi en el cine la adaptación cinematográfica. Ha sido muy bien lograda pues el reto no era menor. El final tiene un instante que le da una narrativa novedosa y distante respecto a la versión original gráfica. No hay forma de comparar uno con otro, y en este caso, el original es por mucho extraordinario.

Hoy estamos aquí. Nuestro espacio será ocupado por alguien más. Pero el momento nos pertenece. Vale la pena detenerse a pensar a qué venimos y en quien nos podemos convertir.
¿Quién habitará mi departamento el día que me vaya?
¿Quién ocupará mis espacios cuando ya no sea este que hoy soy?
Este texto fue publicado originalmente en mi newsletter Fuera del Algoritmo como parte de uno de cuatro textos del #5 Desde otro lugar.
Fuera del Algoritmo es un espacio donde comparto historias, hallazgos y reflexiones que escapan a la lógica del contenido automático.
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