El último consejo de David Foster Wallace
- Hugo Marroquin
- 17 oct
- 3 Min. de lectura
«Había una vez dos peces jóvenes que iban nadando y se encontraron por casualidad con un pez mayor que nadaba en dirección contraria; el pez mayor les saludó con la cabeza y les dijo: «Buenos días, chicos. ¿Cómo está el agua?. Los dos peces jóvenes nadan un trecho, hasta que uno de ellos voltea hacia el otro y dice: ¿Qué demonios es el agua?»
There are these two young fish swimming along and they happen to meet an older fish swimming the other way, who nods at them and says “Morning, boys. How’s the water?” And the two young fish swim on for a bit, and then eventually one of them looks over at the other and goes “What the hell is water?”
Así comienza David Foster Wallace sus palabras a los recién graduados de la generación 2005, tres años antes de suicidarse. Este tipo de discursos están llenos de consejos a los nuevos profesionistas que muy probablemente queden como las postales: sin alguien que las guarde.
Es un dios intelectual para algunos. Para mí un desconocido, pues su obra es un lugar al que aún no decido adentrarme. Por lo cual, toparme con este video en YouTube resultó una enorme sorpresa. Vi que eran 20 minutos, así que me pareció aceptable. Mientras lo escuchaba no dejaba de pensar en algunas personas a las que les serviría escuchar y reflexionar sobre esas ideas. Pensé en enviárselos, pero no lo hice.
Decidí entonces que este video tenía que estar en este número. También decidí que más tarde —pues ahora son las 5:30 a. m.— tomaré una libreta, lo volveré a escuchar y escribiré algo solo para mí. Para retener un poco más de lo que dice. Para reflexionarlo tantito más.
Dice Foster Wallace que las realidades más obvias e importantes suelen ser las más difíciles de ver y de hablar. Y de retener, agregaría yo. Hay ideas que en apariencia resultan sencillas, digeribles, pero en el fondo nos requieren detenernos, releerlas o volverlas a escuchar, verlas caer en los huecos del cerebro, dejarlas navegar las líneas de nuestras creencias para que armen nuevos nudos.
En el discurso hace un llamado a ser un poco menos arrogante a partir de la conciencia crítica sobre nosotros mismos. Hoy día todo mundo parece muy seguro de sí y de sus creencias. Uno los ve en redes. Tan seguros y convencidos. Poseedores de verdades absolutas. Opiniones condenatorias a los otros. A veces somos como la imagen de una postal: fija, repetida, segura de lo que muestra... pero incapaz de cambiar.
Y la compasión. ¡Ah, la compasión! Ese término que parece propio de monjas de claustro. No de nosotros en nuestra vida profesional o familiar. No sé si es que se confunde con la condescendencia o el asistencialismo. Y es que casi nunca hablamos de la compasión, como si nombrarla nos hiciera débiles.
Es como la exigencia que hacemos a los viejos de mantenerse como antes, de no dejarse caer como si sus fuerzas no fueran menguando, como si el cuerpo no se deteriorara, como si su mente no comenzara a nublarse. Les exigimos que sigan posando para una postal que ya no les pertenece. Cuan compasivos debemos ser, no para conmiserarse sino para acompañarlos.
El discurso es un llamado a la conciencia. Eso que los algoritmos, el consumo frenético de videos cortos y la agobiante vida en la ciudad nos arrebatan cada día. Creernos el centro de todo, y nunca considerarnos el ente tangencial en la vida del otro, así, un personaje secundario.
The really important kind of freedom involves attention and awareness and discipline, and being able truly to care about other people and to sacrifice for them over and over in myriad petty, unsexy ways every day.
Parafrasear el discurso, ya en sí breve y conciso, sería destrozarlo. Míralo en YouTube, o incluso, compra el libro que se publicó.
Yo dejo esto como preámbulo pues el sol ha salido ya. Buscaré una libreta, lo escucharé nuevamente y escribiré algo que logre retener, porque mucho en él me resultó revelador.
Este texto fue publicado originalmente en mi newsletter Fuera del Algoritmo como parte de uno de cuatro textos del #6 Postales que no enviamos.
Fuera del Algoritmo es un espacio donde comparto historias, hallazgos y reflexiones que escapan a la lógica del contenido automático.
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