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Foto del escritorHugo Marroquin

Inteligencia Artificial. 2 - ¿usarla o rechazarla?

No todos los que usan ChatGPT lo dicen en voz alta. En los pasillos corporativos es un rumor. Pocos lo asumen y para algunos pareciera un descaro. ¿Debe o no usarse la IA en la oficina? Lee esto para prevalecer entre los líderes que han de guiar la ruta de la IA.


Estamos atravesando una vorágine de entusiasmo sobre la adopción de Inteligencia Artificial en las actividades cotidianas. En redes sociales aparecen autonombrados expertos y entusiastas que recomiendan herramientas para todos fines: redacción de textos, creación de ilustraciones, creación de código e incluso de fórmulas de Excel. Todo ello con un llamado eufórico: ¡utilízalas ya!


Estos gurús espontáneos están mas motivados por generar vistas pero no han hecho una reflexión racional, así que tómalos con cuidado. Este segundo post de la serie sobre Inteligencia Artificial trata sobre si usarla o rechazarla.


Claramente la opcion de rechazarla queda, desde mi opinión, fuera de contexto. Si bien para muchos la IA es un tema relativamente nuevo, desde hace algunos años a la par que se ha venido desarrollando hay multiples voces que han hecho llamados a prestar atención a lo que consideran el momento historico más trascendente desde la revolución industrial.


En lo cotidiano y en nuestras mismas oficinas para algunos las herramientas de IA son su nuevo asistente virtual para redactar emails, planes de negocios, presentaciones, estrategias de marketing o contenidos para enriquecer argumentos de venta. Pero, ¿está bien esto?


El futuro es inevitable. Así como en al inicio de la pandemia por COVID-19 Rosa Montero proponía elegir entre ser de los que llenaban de odio y miedo las redes o de los que sacarían su parte humana y empática, hoy nos toca elegir sobre la IA. Mi propuesta es: abrázala.


Desde mi experiencia convertirse en early adopter es un ejercicio clave. Literalmente arremangarse y ensuciarse las manos. Por supuesto que leer y asesorarse. Pero el solo ejercicio de redactar un prompt en ChatGPT y ver aparecer el resultado para luego refinarlo y mirar cómo la respuesta se modifica, es iluminador. Lo mismo si en Dall-e comienzas a generar imágenes, esto para quien en 2023 no lo haya hecho.


Aquí es cuando nuevas cuestiones entran en juego:

  • ¿La gente tiene el criterio para cuestionar la respuesta de una IA o bien la habilidad para realizar un fact checking?

  • ¿Es peligroso dar por verdaderos todos los datos o información que genera una IA?

  • ¿Cuán diferente es un colaborador que copia y pega lo que ChatGPT le da a un estudiante que hacía lo mismo con El Rincón del Vago?

  • ¿Cuán diferente es un colaborador que amplifica un contenido generado por ChatGPT de una persona que reenvía una cadena de WhatsApp sin cuestionar la veracidad pero es acorde a su forma de pensar?


Estas preguntas no son para desincentivar la adopción de las herramientas, sino para hacer un llamado a los liderazgos de las organizaciones a generar debate interno, reflexión cupular y establer parámetros y lineamientos que por lado abonen a la productividad e innovación pero tengan en el más alto cuidado los valores que una marca debe transmitir y comunicar, y por ende, aquello que con su trabajo aportan los colaboradores.








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